Protocolo parte II: Hidratación de cutícula y exfoliación

¿Es bueno quitar la cutícula?

Las cutículas son una acumulación de células que protegen el nacimiento de la uña evitando que entre suciedad. Por lo tanto, su función básica es la de ejercer de barrera entre la uña y la matriz, es decir, la parte interna de la uña, esa que no vemos y en la que esta se forma.

Precisamente para que las cutículas continúen con su labor de barrera, es preferible no eliminarlas por completo. Ten presente que si se cortan demasiado se puede dañar la matriz y la uña nacerá entonces deformada.

No se deben eliminar todas las cutículas.

Sin embargo, el dilema comienza cuando la cutícula sobresale un poco y afecta la estética de las manos, por lo que en estos casos lo mejor es reducir el tamaño de las cutículas retirándolas con cuidado.
 

La clave se encuentra en la hidratación

Para retirar la cutícula con mayor facilidad, lo ideal es que se encuentre hidratada. Para lograrlo, se debe aplicar aceites o cremas específicas para las cutículas, con nutrientes con propiedades no solo hidratantes sino también antioxidantes.

Una cutícula hidratada es fácil de remover sin causar daño.

Si la cutícula está sana, será muy fácil empujarlas con el empuja cutículas. Ten presente que es preferible recurrir a herramientas de acero inoxidable, silicona o vidrio, antes que con los clásicos palitos de naranjo, que funcionan, pero pueden hacernos ejercer demasiada presión y terminemos dañando la uña.

Otro daño colateral de eliminar las cutículas es que estas volverán a nacer más rápido y con más fuerza. Como forman una capa protectora, al retirarlas le estamos dando a nuestro cuerpo la orden de estimular su crecimiento. ¿Qué significa? Simple, cuanto más las cortes, más fuerte y rápido volverán a salir. Así que, en el caso de que algún paciente presente unas cutículas muy gruesas y resistentes no las quites, ya que lo único que estarás haciendo es favorecer que salgan más.