Causas de flacidez en rostro y cuello

La flacidez es parte del proceso de envejecimiento, por lo que se trata de algo natural e inevitable; sin embargo, también es cierto que es algo que se puede retrasar y para ello existen diversos tratamientos estéticos como los mencionados en la clase anterior. Demostrando así que para tener una piel rejuvenecida no es necesario tener que acudir a dolorosos procedimientos quirúrgicos.
 

Por otra parte, tampoco se puede negar el hecho de que el estilo de vida es fundamental para nuestro aspecto, ya que todo aquello que hagas, sientas y consumas se reflejará en tu exterior. Por lo que si cuentas con un buen estilo de vida podrás tener una piel radiante, por otra parte, si cuentas con malos hábitos, esto se reflejará negativamente en la estética de tu piel.

Es por ello que siempre es recomendable comenzar a mejorar desde el interior; y para ello es necesario entender que una dieta baja en proteína, el consumo de tabaco, constantes cambios de peso y el sedentarismo afectarán mucho más a tu organismo que la genética; la cual, si bien afecta, el impacto no llega a ser tan negativo como los malos hábitos ya mencionados.

Para contar con un aspecto joven por más tiempo, vale la pena combinar los tratamientos estéticos preventivos con una buena alimentación, esta se puede decir que es la combinación perfecta para contar con una piel joven por mucho más tiempo.
 

Alimentos recomendados:

• Huevo, leche, verduras, aceite de oliva.

• Alimentos con hierro, tales como: mariscos, espinacas, carne de hígado, legumbres, carne roja, semillas de calabaza, quinua, pavo, brócoli, tofu, chocolate negro.

• Alimentación con vitamina E, tales como: salmón, aceites de germen de trigo, girasol, cártamo, maíz, soja, almendras, maní, avellanas, semillas de girasol, espinacas, brócoli, cereales fortificados para el desayuno, jugos de frutas, margarinas y productos para untar enriquecidos.

• Zinc, puedes encontrarlo en: carnes rojas, carnes de ave, ostras y otros mariscos, cereal fortificado, frijoles, frutos secos, cereales integrales y productos lácteos.

• Frutas con vitamina C, tales como: grosella negra, guayaba, kiwi, papaya, naranja.

¿Estás consumiendo suficiente vitamina C?

La cantidad ideal de vitamina C a consumir puede variar en cada persona, por ejemplo, las mujeres deberían consumir alrededor de 75 mg al día, mientras que los hombres 90 mg, pero esto varía en niños, adolescentes, embarazadas, ancianos... Mira la siguiente tabla:

• Bebés hasta los 6 meses de edad: 40 mg

• Bebés de 7 a 12 meses de edad: 50 mg

• Niños de 1 a 3 años de edad: 15 mg

• Niños de 4 a 8 años de edad: 25 mg

• Niños de 9 a 13 años de edad: 45 mg

• Adolescentes (varones) de 14 a 18 años de edad: 75 mg

• Adolescentes (niñas) de 14 a 18 años de edad: 65 mg

• Adultos (hombres): 90 mg

• Adultos (mujeres): 75 mg

• Adolescentes embarazadas: 80 mg

• Mujeres embarazadas: 85 mg

• Adolescentes en período de lactancia: 115 mg

• Mujeres en período de lactancia: 120 mg

No obstante, cabe destacar que:

• Los fumadores y las personas expuestas al humo del cigarrillo, en parte porque el humo aumenta la cantidad de vitamina C que el cuerpo necesita para reparar el daño causado por los radicales libres. Los fumadores necesitan 35 mg más de vitamina C por día que quienes no fuman.

• Los bebés alimentados con leche de vaca, evaporada o hervida, porque la leche de vaca contiene una cantidad muy escasa de vitamina C y el calor puede destruir esta vitamina. No se recomienda la leche de vaca para bebés menores de 1 año de edad. La leche materna y la fórmula para bebés contienen cantidades suficientes de vitamina C.

• Las personas que consumen una variedad muy limitada de alimentos.

• Las personas con ciertos trastornos de salud, como hipoabsorción (absorción insuficiente) grave, ciertos tipos de cáncer, y enfermedad renal que requiere hemodiálisis.

Por último, recuerda que una correcta hidratación es fundamental, no solo para mantener la firmeza, y buen aspecto de la piel, sino también para generar un correcto desarrollo de las múltiples funciones del organismo.